Dresde

 

Llegamos a Dresde temprano en la mañana. El viaje desde Berlín duró solamente 2 horas y nuestro hotel está muy cerca del Hauptbanhof, lo que es un alivio, ya que las maletas están cada día, más pesadas.

Al llegar al hotel nos dieron todas las instrucciones, incluida una charla de parte del encargado del hotel, lo que fue muy bueno. La gran ventaja es que estamos además muy cerca del centro y tenemos una cocina para preparar alimentos, ¡lo que a estas alturas es una gran cosa!

Fuimos a caminar por el centro y luego, a las 15:00 nos juntamos con Bettina, nuestra guía, quien nos esperó en la plaza del Teatro. A esa hora, llovía muchísimo, por lo que ella debió cambiar el recorrido habitual e improvisar para esperar a que escampara un poco el agua. En todo caso, ella es una persona que sabe mucho y nos entretuvo durante mucho rato contándonos de la historia y la fundación de la ciudad, incluidas las historias de los reyes y casas reales de Prusia, Sajonia y otros más. 













Dresde fue bombardeada, completamente, dos meses antes del término de la guerra. La destrucción fue total, incluidas las increíblemente maravillosas construcciones, como el Palacio Real, la Catedral de Nuestra Señora y otros palacios que formaban parte del centro antiguo.

Al dividirse Alemania, esta ciudad quedó como parte de la DDR, o República Democrática Alemana, y muy poco se reconstruyó, básicamente, lo que era de importancia habitacional. Después de la reunificación, se comenzaron a levantar nuevamente los edificios antiguos, de los cuales, la mayoría tenía algunos restos que fueron rescatados e incorporados en las nuevas obras. Hoy día, todavía hay trabajos en curso y poco a poco la ciudad está volviendo a ser lo que era antiguamente.

Recorrimos algunos de esos lugares, ya sin lluvia, y nos quedamos con gusto a poco. Es tanto lo que hay que ver y su historia tan interesante, que al menos a mí, me dieron ganas de seguir aprendiendo de este maravilloso lugar. 






























Una de las cosas que más llamó la atención de todos nosotros fue un gran mural, de unos 200 metros de largo, en el que está representada, a través de sus reyes, la historia de la ciudad. Está hecha de miles de piezas de porcelana Meissen, la primera fabricada en Europa, y que, increíblemente, resistió los bombardeos, por lo tanto, lo que vimos es original, salvo muy pocas piezas que debieron ser restauradas. 




















 

Una vez terminado el tour, volvimos al “centro nuevo”, es decir, la parte moderna de Dresde. Llena de vida y con mucho comercio, se ve más tranquila que otras de las grandes ciudades en las que hemos estado.

Los niños se prepararon para cocinar: compraron carne, tallarines, y otras cosas, y se pusieron manos a la obra. Descubrí que hay varios cocineros en el grupo, eso sí, con algunos errores de cálculo, y lo que en un principio era una comida para 6 personas, se transformó en una “comilona” para muchos, muchísimos más.

Errores culinarios aparte, todos disfrutaron su comida y ya, cansados nos fuimos a descansar.

Mañana, el paseo es a Sächsische Schweiz Bastei

Bis Morgen!

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