Potsdam













Hoy fuimos a Potsdam. Como ayer, tomamos desayuno de camino al metro y nos subimos a un tren que, después de un trasbordo, nos llevó a esta ciudad, famosa por  “Puente de los Espías”, que no sólo tiene una película propia, sino que es común verlo en otras producciones del cine que han tratado el tema de los espías y sus intercambios entre el bloque del este y oeste en la Guerra fría. 









Esta ciudad, ubicada a unos 70 minutos del centro de Berlín fue la residencia del rey Federico II, el Grande, quien pasaba largas temporadas en su palacio preferido, “Sans Souci” que, traducido del francés, significa “sin preocupaciones”.

Es un palacio pequeño, cuyo objetivo era vivir  y gozar la vida a través de cultura. La música, los libros y las artes visuales, están repartidas por los 11 salones del palacio. Hicimos el recorrido usando audioguías, las que nos iban relatando la historia del lugar y mostrándonos el detalle en la decoración de los diferentes ambientes. Habitaciones, salones de música,  y otros para recibir a las visitas del rey, tienen decoraciones diferentes, de acuerdo a su uso, pasando de lo recargado del estilo Rococó, con mucho dorado, a ambientes un poco menos sofisticados e incluso el último espacio en el cual la decoración de murallas y objetos hace referencia a los animales. En sus muros se ven grullas, aves pequeñas, y ¡hasta un mono!
























Los alumnos, algo sabían de la historia de Federico. En general, todos habían escuchado, de Frau Luisita, la historia de este rey y la papa, que narra que Federico introdujo este alimento en Alemania pero que, como nadie quería comerlo, apeló al más frágil de los deseos de una persona: su curiosidad. Para lograr que los alemanes consumieran papas, simplemente las plantó en un lugar completamente cerrado, y al cuidado de unos guardias. La curiosidad, y habilidad de algunos lugareños y del propio rey que sabía lo que iba a ocurrir, hizo que después del robo de algunas plantas, éstas se reprodujeran y se convirtieran, hoy en día, en una de los principales alimentos de este país. 



Como era su deseo, Federico está hoy enterrado en el Palacio Sans Souci, pero desde hace poco tiempo, ya que originalmente, se encontraba en otro lugar, junto al resto de su familia. Las personas lo visitan y dejan papas en su tumba, como una forma de agradecerle el haber introducido esta especie en el país, considerando que durante las guerras, éste fue el alimento fundamental para sobrevivir. Al lado de su tumba, yacen también sus perros preferidos.





Pero, Federico II era también un gran aficionado a la naturaleza e hizo construir su castillo en un lugar donde había viñas, las que mantuvo en un sistema de terraza, que hoy dan lugar a un enorme jardín, con flores, fuentes, esculturas y aves. 

Rodea también al Palacio un gran parque, con una laguna, a la que habíamos pensado ir pero, me traspapelé con los días y pensé que debíamos volver temprano a Berlín.

Después de explicar a los niños lo sucedido, llegamos a Alexander Platz, un lugar también muy famoso en la Alemania Oriental, que hoy está transformado en un enorme Centro Comercial. Ahí almorzamos y recorrimos algunas tiendas. Más tarde, nuevamente al centro de Berlín ya que, en la práctica, hoy era el último día para comprar algunos recuerdos. Mañana, domingo, todo el comercio está cerrado y, el lunes, ya partimos rumbo a Dresden.















 Ya estamos en el hotel y Berlín está paralizado por el fútbol. Están jugando Alemania vs. Dinamarca en Dortmund así que el ambiente está que arde. Los alemanes estaban preparados para ver el partido en espacios abiertos, pero nosotros, preferimos verlo desde el hotel.

Bis Morgen!

Comentarios

  1. De solo imaginar la visión que adquieren de reyes y palacios cada día nuestros hijos seguro deben de soñar como fue esa época..! Gracias Frau..!

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