Laage y familias anfitrionas

 

Hoy en la mañana salimos de Schwerin para partir a Laage. La ansiedad se notaba en los niños y también en nosotros. ¡Para nadie es fácil enfrentarse a personas que no se conocen y que hablan un idioma diferente al nuestro! Con todo el ánimo posible, y listos para asumir el desafío, nos bajamos en la estación de trenes donde nos estaba esperando Ulli, nuestra anfitriona. Ella es profesora de español en el Recknitz Campus de Laage.

Caminamos con nuestras maletas, cada vez más llenas, hasta el colegio, y nos llevaron a un salón donde un grupo de alumnos de II° Medio nos estaban esperando. La Directora y un miembro del Equipo Directivo nos dieron la bienvenida, y nosotros le entregamos, como regalo, un lindo libro sobre Chile.

Luego, divididos en dos grupos, comenzamos un tour por el colegio. Los estudiantes alemanes, en un imperfecto español, y muy nerviosos, nos fueron explicando lo que había en cada lugar. Visitamos salas de clases, varias con alumnos y profesores adentro, comedor, gimnasio, sala de arte y otros espacios educativos del campus. Vivir esa experiencia fue muy buena para los niños, ya que se dieron cuenta que los alemanes hacían el mismo esfuerzo que nosotros para poder comunicarse en español. Fue un buen comienzo ya que la mayoría se sintió más seguro para enfrentar lo que se les venía por delante. Además, ayudó que la mayoría de los alumnos ya había tenido contacto con sus familias anfitriones a través de las redes sociales, por lo que, al menos, de cara se conocían.

A medida que avanzábamos, alumnos de todas las edades nos saludaban curiosos, y varios hicieron su mejor intento por acercarse a nosotros un poco más de lo permitido. Nuestros alumnos decían sentirse como en un zoológico, pero estoy segura de que, si era así, era uno muy importante, ¡porque fuimos la novedad del día para el colegio!

Cuando los estudiantes alemanes volvieron a clases, fue el momento de relajo para nosotros, y ¿qué mejor que una pelota de fútbol? Un partido, la mesa de ping pong y, un rato después, a las 11:30 de la mañana, ya estábamos listos para almorzar… Compramos algunas cosas en el casino o en el supermercado cerca del colegio, y nos juntamos nuevamente en el salón que nos recibió. Estábamos ahí cuando comenzaron a llegar las familias para retirar a sus huéspedes. Despedidas, nervios, pero con mucha energía positiva, cada uno partió a su nueva casa.

Durante la tarde, algunos de ellos se juntaron, ya que vivén relativamente cerca, otros, tuvieron que tomar el bus escolar que los llevaría a sus casas, siempre acompañados de sus nuevos “hermanos”. A medida que se iban reportando, íbamos sabiendo de ellos: casas con gatos, perros o hermanos pequeños, pero todos felices con su familias que en general, han sido muy cariñosas y acogedoras.  Con la llegada de la noche, algunos comenzaron a extrañar. Estar solos en una familia es un desafío mayor frente a quienes les tocó estar acompañados.

Finalmente, y a pesar de las diferencias culturales, creo que todos sobrevivirán bien a la primera noche como huéspedes de una familia alemana.

Mañana temprano nos juntaremos en el colegio para ir a Warnemünde, una playa a orillas del Mar Báltico.

Bis Morgen!

Comentarios

  1. Al igual que seguramente todos los padres que estamos preocupados por la tómbola de que tipo familias ospeden a nuestros hijos ..! Espero sea para todos agradable y no haya complicaciones..! Gracias por mantenernos informados por este medio..! Que sea una experiencia agradable para todos nuestros hijos..!

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